Friday, July 24, 2009

LEVEDAD

Sabía que estaba llegando tarde.
La fortuna no siempre es completa y, por lo general, falla en aquello que Bryce Echenique llamaba “the estimated time of arrival” en La Amigdalitis de Tarzán. Bonita metáfora para referirse a nuestros desencuentros… y no siempre “encontrarse” se refiere a una simple coincidencia espacio-temporal; va mucho más allá. Hace falta la conciencia del encuentro. La huella. El efecto. Por eso la angustia del prófugo perdido en la isla de Morel cuando dice, al final de su diario, “Al hombre que, basándose en este informe, invente una máquina capaz de reunir las presencias disgregadas, haré una súplica: Búsquenos a Faustine y a mí, hágame entrar en el cielo de la conciencia de Faustine. Será un acto piadoso.”
Le tocó pedir perdón por no haberlo entendido antes. Por haber sido incapaz de reconocer la situación en la que estaba. Quien llega tarde debe acomodarse, ajustarse y someterse al pacto. Ingenuamente pensó que el efecto de su presencia cambiaría algunas cosas. Quizá parezca un tanto arrogante, sin embargo no por ello debería desmerecerse la reflexión. ¿Quién no espera un efecto en el otro, quién no busca desesperadamente un sitio, un lugar único para sí?
Me cuesta creer que se convierta en un acto piadoso la conciencia del encuentro. A veces pueden más la costumbre y la culpa que la novedad. Muchos nos conformamos con mirarnos, hablarnos y acompañarnos mientras nos hacemos incapaces de “entrar en el cielo de la conciencia” del otro. Tenemos entonces, por obligación, que creernos las mentiras que ya se dijeron, sanar las heridas que otro dejó y, desafortunadamente para algunos, ser dos a la vez…en ese momento nos hacemos más leves que nunca.






Thursday, July 16, 2009

TAKK

Suena tan bien en islandés que a veces creo posible que a partir de un día, acordado por todos, podamos sustituir gracias, thanks, merci, obrigado, etc., etc., etc., por takk. Con sólo pronunciarla estaríamos siempre dibujando una sonrisa en el rostro y el gesto, ahora sí, sería perfecto.

Sería un gesto infantil, lúdico, imposible de aparentar. Pasaría a ser entonces la primera palabra compartida por todos y nadie más, a partir de ese momento, podría pronunciarla por conveniencia. Los niños la dirían por primera vez antes de cualquier otra y la repetirían como loritos, mostrando así sus buenos modales.

No recuerdo cuándo aprendí a pronunciar la palabra gracias, sin embargo sé perfectamente cuándo comprendí su verdadero significado y su poder. Entendí entonces que hay millones de razones para salir a la calle con una sonrisa repitiendo entre dientes: ¡Takk!..

Porque podemos estar tristes o contentos o furiosos pero al final todo pasa, lo malo se va mientras lo bueno se queda.
Porque la mejor expresión de la libertad es aquella que nos permite optar por ser mejores personas.
Porque ¿quién dijo que no podemos cambiar de opinión?
Porque odiar molesta tanto que siempre será preferible amar.
Porque a pesar de los tiempos que corren la mentira nos sigue pareciendo terrible.
Porque siempre habrá un libro, una canción, una historia, una persona…una mascota, que nos haga sentir mejor.
Porque siempre hay una razón para decir “gracias”…tal vez si optamos por una palabra más fácil de pronunciar, aprenderíamos a decirla más rápido y no se nos olvidaría jamás.

Takk.