Saturday, August 22, 2009

EL PODER

Aquella mañana descubrí que tenía un poder. Una habilidad que sólo se atribuye a esos héroes inventados para alejarnos del, a veces aburrido, quehacer humano. Con un gesto podía transformar lo que se me antojara. Le cambié el color al cielo, donde había concreto puse grama y mar, le bajé el volumen a los carros y en lugar de ruido se escucharon canciones. Cambié bombillos por velas, hojas secas por pájaros, cestos de basura por pianos - porque estando allí podría volver a tocarlos -. La piel dejó de dolerme y, por fin, te hice aparecer.

Casi no podía respirar, me había consumido toda la energía y sabía que hacerlo no estaba bien. Ponía en riesgo lo que hasta ahora había construido, sin embargo aquella mirada me fulminó. No logré ceder ante aquel gesto de admiración y deseo que yo misma inventé. Caí en mi propia trampa. Construí un mundo mío del que ahora era adicta. Un mundo en el que el cielo es naranja, las calles son de grama, las hojas secas pájaros y los cestos de basura pianos que puedo tocar. Un mundo en el que te me apareces claro y nítido, sin culpas, ni presente ni pasado. Sin fechas ni cuentas.

Se me agotó el aire y de pronto todo desapareció. Volvimos a ser los mismos, la calle volvió a ser gris, mis dedos perdieron movilidad, desaparecieron los pianos, los pájaros, el mar, la grama, las velas; desapareciste tú. Ahora me toca recobrar el aire pero comienzo a sentir una extraña desesperación. Me acuesto en el piso y trato de calmar la ansiedad. Tu voz me habla al oído y me recuerda que tengo un poder y que para usarlo basta con cerrar los ojos, otra vez.