Saturday, August 12, 2006

PEQUEÑO RELATO FANTÁSTICO

A las 9 de la mañana tomó el ascensor para ir al sótano. Se cerraron las puertas e inmediatamente comenzó a bajar. Bajó, bajó, bajó... la cabina golpeó el piso, se abrió la puerta y se encontró, extrañamente, en la azotea. El cielo estrelladísimo no podía ser más negro. La luna, hiperplateada, más llena que nunca. Se acercó al borde de la terraza y se inclinó para mirar hacia abajo. Una masa gris muy densa no le dejaba ver. De pronto, comenzó a sentir pequeños aguijonazos en el rostro. Gotas de agua diminutas eran salpicadas desde el piso. LLovía, era imposible pero sí, de abajo hacia arriba llovía. El agua empapaba el cielo y humedecía las estrellas, ahora mucho más cercanas y más brillantes. Corrió de nuevo hacia el ascensor, presionó el último piso. Subió, subió, subió... la cabina golpeó el techo, se abrieron las puertas y se encontró, extrañamente, en el sótano. Sacó las llaves del carro, caminó apresurado hacia él, se montó y salió volando, literalmente, pues llegaría tarde al trabajo.

3 Comments:

Anonymous Anonymous said...

A esto le llamo el síndrome de Ricitos de Oro: entras a un lugar fantástico al que nadie más ha logrado descubrir. Eres el primero en probar las dureza o suavidad de sillas, camas, sopas. El primero en dejar un comentario en este post tan hermoso y tan bien escondido en medio del bosque.

8:29 AM  
Anonymous Anonymous said...

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7:51 PM  
Anonymous Anonymous said...

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11:10 PM  

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